Fue en la boda de
su hijo.
Era mi mejor amigo
y viví con él situaciones que nunca imaginé. Lo hubiese dado todo por él.
Las largas
discusiones de los cuatro intentando
rehacer lo deshecho, aunque en realidad éramos dos construyendo y dos destruyendo.
Las horas invertidas en tumbar sus argumentos hasta que se volvía a encerrar en
la sinrazón, en el peor de los planteamientos cuando ya no puedes defender lo
que no tiene defensa. Después, el tiempo volvía a poner todo en su sitio. El
amor, a veces obra milagros, y él estaba enamorado.
En nuestras
veladas de fin de semana bebíamos bastante. Todo es más sencillo cuando el
alcohol circula por la
sangre. La lengua se desata, hay menos inhibiciones y se
dicen cosas que, de otro modo no se dirían. Después la euforia desaparece, la
seguridad se torna duda y se maldice en
voz baja por no saber callar.
Hubo cosas muy buenas
y algunas menos buenas, entre nosotros. Las segundas siempre por terceros,
aunque decir terceras sería más exacto.
Era y es fuerte, muy
fuerte, como buen Aries, y después de treinta años solo ha habido una ocasión
en la que lo vi indefenso, frágil y necesitado de ayuda.
Ni siquiera la enfermedad le hizo perder su fortaleza
Fue en la boda de
su hijo y una vez más el alcohol tuvo mucho que ver.
El club náutico
era el lugar de la fiesta. Ya llevábamos unas horas cuando vi que se dirigía a la salida. Su rostro me indicó que ocurría algo y lo seguí. Su
hermano iba dos pasos detrás de él.
Cuando llegó a la
calle rompió a llorar.
Estuvo durante
treinta largos minutos derramando las lágrimas que había guardado durante años,
sin pronunciar palabra y sin poder parar. Su hermano y yo le acompañábamos
mientras le forzamos a pasear. La gente nos miraba con extrañeza. Nos sentamos
en el pretil del paseo y empezó a hablar.
Vació su corazón contando
vivencias de su matrimonio. Hechos de debían de haber quedado en la intimidad de la pareja. Veía como cada palabra le desgarraba al soltarla,
intentaba comprender. Haciendo preguntas imposibles de responder.
Fue la primera y
única vez que le escuché hablar mal de
la mujer por la que hubiese dado su vida sin dudarlo.
Es mi mejor amigo,
aunque desde hace tres años siento que lo he perdido.
Siempre ganan los
mismos, aunque en este caso debería decir… las mismas
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