lunes, 14 de octubre de 2013

DE AMIGOS

Fue en la boda de su hijo.
Era mi mejor amigo y viví con él situaciones que nunca imaginé.  Lo hubiese dado todo por él.
Las largas discusiones de los cuatro  intentando rehacer lo deshecho, aunque en realidad éramos dos construyendo y dos destruyendo. Las horas invertidas en tumbar sus argumentos hasta que se volvía a encerrar en la sinrazón, en el peor de los planteamientos cuando ya no puedes defender lo que no tiene defensa. Después, el tiempo volvía a poner todo en su sitio. El amor, a veces obra milagros, y él estaba enamorado.
En nuestras veladas de fin de semana bebíamos bastante. Todo es más sencillo cuando el alcohol circula por la sangre. La lengua se desata, hay menos inhibiciones y se dicen cosas que, de otro modo no se dirían. Después la euforia desaparece, la seguridad se torna  duda y se maldice en voz baja por no saber  callar.
Hubo cosas muy buenas y algunas menos buenas, entre nosotros. Las segundas siempre por terceros, aunque decir terceras sería más exacto.
Era y es fuerte, muy fuerte, como buen Aries, y después de treinta años solo ha habido una ocasión en la que lo vi indefenso, frágil y necesitado de ayuda.
Ni siquiera  la enfermedad le hizo perder su fortaleza
Fue en la boda de su hijo y una vez más el alcohol tuvo mucho que ver.
El club náutico era el lugar de la fiesta. Ya llevábamos unas horas cuando  vi que se dirigía a la salida. Su rostro  me indicó que ocurría algo y lo seguí. Su hermano iba dos pasos detrás de él.
Cuando llegó a la calle rompió a llorar.
Estuvo durante treinta largos minutos derramando las lágrimas que había guardado durante años, sin pronunciar palabra y sin poder parar. Su hermano y yo le acompañábamos mientras le forzamos a pasear. La gente nos miraba con extrañeza. Nos sentamos en el pretil del paseo y empezó a hablar. 
Vació su corazón contando vivencias de su matrimonio. Hechos de debían de haber quedado en la intimidad de la pareja. Veía como cada palabra le desgarraba al soltarla, intentaba comprender. Haciendo preguntas imposibles de responder. 
Fue la primera y única vez que le escuché hablar mal  de la mujer por la que hubiese dado su vida sin dudarlo.
Es mi mejor amigo, aunque desde hace tres años siento que lo he perdido.

Siempre ganan los mismos, aunque en este caso debería decir… las mismas

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