Imagen tomada de la red
A
veces, un día gris y lluvioso como el de hoy, hace que la niebla se disipe. Aunque,
también a veces, es preferible no ver cuando la aparente realidad invita a
cerrar los ojos.
A
veces, inevitablemente, vuelvo la vista atrás intentando comprender el presente.
No intento hacer balance, eso seria muy melodramático, sino ver hechos de la manera más fría posible. Intento
entender por que la mayoría de los acontecimientos que considero importantes en
mi vida, me han ido vaciando en lugar de enriquecerme. Cada decisión tomada, me ha llevado por caminos que arrancaron una parte de mí que jamás ha
vuelto al sitio del que salió.
Vaciarse
indica tanto, quedarse sin contenido, como volcarse en algo hasta las últimas consecuencias. Dos
interpretaciones tan distintas como iguales que me siguen acompañando, aun
siendo consciente de que son sensaciones, mejor dicho, la de volcarse no es una
sensación, es una realidad, subjetiva, pero realidad.
Hace
años, soportaba bien los dientes de
sierra. El dolor o la alegría eran parte del juego de vivir. Una compensaba al otro. El amor, el
cariño, el trabajo. Siempre había expectativas, metas, objetivos por alcanzar y
la fuerza necesaria para hacerlo. Pero
llega un día en el que te das cuenta que da igual lo que hagas o no hagas. Todo
sigue su curso. El desgaste te hace
sentir como un hámster en su rueda, o
como el conejo de Alicia, siempre corriendo para no llegar a ningún sitio,
siempre teniendo la sensación de que has
llegado tarde.
La
niebla volverá, espero que pronto
1 comentario:
he sentido muchas veces a lo largo de mi vida esa sensación de haber llegado tarde a todas partes. O como decía una amiga cuando tienes todas las cartas los demás comienzan a jugar al ajedrez...
o el mundo está de fiesta y a ti no te han invitado...
abrazos
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