martes, 17 de diciembre de 2013

LA COLLECTIONNEUSE DE DÉSIRS ( III )

"Ojala encuentres
tu camino a la verdad
Uno
que  te devuelva la paz
Esa
que no puedes hallar
Ojala lo sigas
sin mirar atrás
Pues de nada vale lo que ha sido

Solo lo que esta por llegar"



A veces creía escuchar voces. 
Mis ojos se negaban a abrirse y mi cuerpo no me obedecía.  Al cabo de unos segundos, volvía a caer en la inconsciencia. 
Dos meses más tarde….

Cruzaba de nuevo el paso de peatones del accidente y sentí un escalofrío al  recordar el momento del impacto. Varias fracturas, un coma inducido y una rehabilitación que todavía no había terminado fue la consecuencia del despiste del conductor que lo provocó.

Entré en  FNAC y bajé directamente a la planta de libros

Mientras intentaba encontrar a Kundera, note la sensación de frialdad que me transmitía la tienda. A pesar de la moqueta, la iluminación y la decoración, era un lugar sin alma. Las estanterías llenas de volúmenes, los carteles publicitarios que anunciaban el éxito del último best seller, todo, acentuaba el aspecto mercantil y anulaba el sabor a cultura que se desprende de las librerías tradicionales. 
La proximidad de las fiestas navideñas hacía  que hubiese más clientes de lo habitual y el exceso de calefacción provocaba cierta incomodidad. Al quitarme el abrigo, di un golpe con el brazo a una persona y me disculpé.

- Perdón

Reconocí la melena azabache y su mirada azulada 

- ¡Hola Verónica, que casualidad!

Me miró con frialdad y respondió a mi disculpa-saludo

- Hola…. ¿Todavía recuerdas mi nombre?

Por un instante no supe que decir.  En principio no pensaba llamarla, pero después de tantos días postrado en una cama, había tenido muchas horas para pensar y  cambié de opinión.  Sentía curiosidad por esa extraña mujer que ofrecía intangibles deseos como algo normal.

- Sabía que no me llamarías.
- Bueno... me ha sido imposible
- Ya
- ¡Es cierto, no he podido!
- Claro, es difícil encontrar un minuto de tiempo libre en dos meses. En cualquier caso, no te preocupes, no me sorprende que no lo hicieses. 

Estaba atractiva. Maquillada discretamente, un abrigo color camel, de corte clásico, cubría sus hombros sin llevarlo puesto. Una blusa blanca y  vaqueros negros ajustados  completaban su indumentaria.
La recordaba algo más delgada, pero le sentaba mejor su aspecto actual.

- Tuve un accidente
- Vaya, pensaba que la excusa iba a ser mas creíble, que perdiste mi número de teléfono, o algo más trabajado. Ha sido un placer volver a verte - me dijo con ironía.

Sin darme tiempo a responder, dio media vuelta y me dejó plantado mientras se dirigía a las escaleras que daban acceso a la planta calle. 
No me lo pensé, saqué el móvil del bolsillo, busqué su nombre en la agenda y pulsé la tecla de llamada.
El tono  del Invierno de Vivaldi comenzó a sonar en su teléfono. Al menos tiene buen gusto para la música, pensé. Se detuvo a mitad del recorrido en las escaleras y respondió a la llamada.

- Dígame
- No perdí tu número. Tuve un accidente

Se giró hacia donde estaba yo y  suavizó su mirada mientras deshacía el camino andado.

- ¿Que clase de accidente? - me preguntó mientras se acercaba a mi posición
- Muy común. Me atropellaron. He estado hospitalizado hasta hace unos días.
- Invítame a un café y cuéntamelo

Dos horas más tarde estaba sentado en su coche en dirección a la playa….

Continuará


1 comentario:

Fàtima dijo...

Esta historia promete... La verdad es que ando con la intriga, buscando la continuación